Manufactura Omega, una mirada hacia el futuro
Artículo de nuestra versión impresa sobre la visita a la Manufactura OMEGA por Tania Villalobos.
Manufactura Omega, una mirada hacia el futuro
La ciudad suiza de Bienne o Biel está ubicada en un paraje natural bellísimo, rodeada por los lagos Biel, Neuchâtel y Murten, y enmarcada por las montañas de Jura, también conocidas como los pre Alpes. Es una pequeña ciudad donde se puede apreciar una aparente dualidad e integración entre lo moderno y lo tradicional; un lugar bilingüe en el que sus ciudadanos utilizan por igual los idiomas francés y alemán. Este pintoresco lugar es, desde el siglo XIX, el corazón de la alta relojería suiza y la casa de algunas de las empresas relojeras más importantes del planeta, entre ellas el Grupo Swatch. Es aquí, en Bienne, donde desde 1880 Manufactura Omega crea sus magníficos relojes, siempre en la misma dirección: Rue Jakob-Stämpfli 96. En esta ocasión queremos compartir con ustedes lo que vivimos al visitar el nuevo Edificio O, donde a partir del año 2017 se producen los relojes en su propia Manufactura Omega y donde hemos comprobado que para ellos definitivamente el futuro ha llegado.
El impresionante edificio fue diseñado por el famoso arquitecto japonés Shigeru Ban, ganador del prestigioso premio Pritzke en el año 2014, uno de los premios de arquitectura más importantes del mundo; en aquella oportunidad, el jurado declaró que Ban era “un arquitecto incansable, cuya obra irradia optimismo”. Él utilizó, para esta obra, a la ciudad de Bienne como inspiración y el resultado final fue una pieza arquitectónica que refleja en su totalidad el respeto y cuidado por la naturaleza, principio tan importante en la cultura suiza, donde la madera, el hormigón y el vidrio se integran generando un espacio abierto, limpio y sobrio. Mediante la construcción de estas instalaciones, Omega ha conseguido no sólo ampliar su capacidad de producción, preparándose para los retos del futuro, sino también integrar en un mismo espacio toda la producción que anteriormente requería de tres edificios. En este nuevo edificio no sólo se ensamblan los relojes, también se llevan a cabo los procesos de calidad y control técnico de la firma, así como la capacitación de los empleados.
A este nuevo espacio se le denominó, como ya dijimos, Edificio O, mismo que es una profunda obra ecológica. A simple vista sorprenden las enormes vigas de madera que conforman su estructura, las cuales fueron obtenidas del bosque suizo que ha sido replantado en su totalidad. Mediante el uso de la madera se busca minimizar la contaminación sonora del entorno. El edificio tiene, además, un sistema geotermal que utiliza el agua subterránea para la climatización; después de su utilización, el agua se regresa a la naturaleza, a la misma temperatura que tenía cuando se tomó, es decir, 11 grados centígrados. Esta obra significó sin duda un gran reto de ingeniería, especialmente por las dimensiones del recinto.
Además de lo ya dicho, hay que mencionar que en este edificio la energía que se produce se aprovecha al máximo, pues, por ejemplo, la manufactura utiliza el calor generado en los procesos de producción para calentar aquellas áreas que lo necesitan, como es el sistema de precalentamiento de agua de uso doméstico. En el mismo sentido, es necesario decir que el cristal exterior del edificio cuenta con una protección anti solar, mientras que el tejado sudoriental está cubierto de celdas solares que proporcionan la mayor parte de la energía que se necesita para la operación de la manufactura. En lo que respecta al interior del edificio, admiramos lo que podríamos llamar la simbiosis entre el robot y el hombre, donde la máquina y la sensibilidad humana se combinan para materializar piezas relojeras exactas, perfectas y, al mismo tiempo, hermosas y elegantes. La nueva instalación alberga en su interior, pues, el que en la actualidad es el sistema de ensamblaje de relojes más moderno del mundo.
Ahora bien, a través de un enorme ventanal pudimos observar el corazón del edificio, el almacenamiento central, lo que nos permitió conocer los brazos robotizados que, al trabajar, nos hacen viajar al futuro al mostrarnos escenas similares a las de una película de ciencia ficción. En este inmenso espacio se almacenan cajas que contienen los más de 30,000 componentes que se utilizan para la manufactura de todos los relojes de la marca. El espacio está totalmente automatizado, es un gigante logístico de casi 30 metros de largo, 9 metros de ancho y 14 metros de altura, todo lo cual se eleva a través de 3 plantas. Hay que considerar que el valor monetario de lo que se almacena en este lugar es tan grande, que para prevenir incendios dentro del almacén existe una atmósfera modificada en la que se ha reducido el nivel de oxígeno a un 15,2; es por eso mismo que sólo dos personas especialmente capacitadas tienen autorización de entrar en el sistema central de almacenamiento.
Lo más vanguardista de la relojería de Manufactura Omega se puede observar en cada una de las 5 plantas del edificio. De esta manera, mientras los brazos robóticos realizan diferentes tareas, entre ellas algunas de las pruebas para la certificaron Master Chronometer, los robots miden, fotografían, recargan, cambian de posición, desplazan y sumergen los relojes, al mismo tiempo que los maestros de Manufactura Omega realizan su labor con total concentración y precisión. Incluso, cuando los observamos realizar su trabajo a través de un cristal, nuestro guía nos comenta que nada, ningún adelanto tecnológico, puede sustituir la sensibilidad humana, lo que trae como consecuencia que alrededor de 20 personas tengan contacto directo con cada reloj Omega a lo largo del proceso de ensamblaje; personas que, no está de más decir, proceden de 21 naciones diferentes.
Gracias a lo que pudimos observar, las palabras pulcro e impoluto serían insuficientes para describir la limpieza con la que se trabaja en este lugar, donde cada proceso se realiza en condiciones más parecidas a las de un quirófano que a las de otras ramas de la manufactura. Con este objetivo, por ejemplo, dentro del área de producción no se utiliza papel y todo el trabajo se realiza mediante pantallas táctiles, lo que garantiza que el papel no contamine las piezas. Otro elemento que resulta muy interesante de este sistema es la trazabilidad. Mediante ella Omega tiene total control de sus piezas relojeras, en todo momento del proceso, desde el inicio y hasta que llegan a las manos de los clientes.
Finalmente, deseamos agregar que es en la tercera planta de este importante edificio, que se realizan las 8 pruebas METAS para la certificación Master Chronometer, con las cuales Manufactura Omega certifica sus relojes según los niveles más altos del sector, sobro todo en lo que toca a la precisión, funcionamiento y resistencia al magnetismo. Es precisamente en esta área en donde los relojes son sometidos a las fuerzas electromagnéticas de los potentes imanes que generan campos magnéticos de hasta 15 000 gauss.
Con la construcción de esta nueva planta Omega, pues, podemos decir que se han puesto los cimientos de una nueva etapa que anuncia que los planes de Omega y el Grupo Swatch van mucho más allá de sólo un edificio, pues actualmente se están construyendo también en Bienne unas impresionantes oficinas centrales del grupo y un nuevo museo de Omega.
Omega, una mirada hacia el futuro
Revista Klokker impresa
Edición 1
Texto por Tania Villalobos
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