Por Carlos Daniel Rodríguez Velázquez, lector y colaborador de Klokker México
El origen de esta célebre exhibición comenzó en Suiza, para ser precisos en Basilea, una ciudad no muy cosmopolita, pero que cada año recibe a miles de amantes de los relojes y periodistas de todo el orbe. ¿Quién diría que esta exclusiva feria comenzó como un simple mercado?
Hace poco más de 200 años se realizaba una especie de mercado de relojes en la región suiza. Este intercambio de bienes por “piezas de tiempo” surgió gracias al crudo invierno en la zona. Las tierras de cultivo se tapizaban de nieve, lo cual impedía trabajar la tierra; en esa temporada los campesinos suizos ocupaban su tiempo en fabricar sus propios relojes en casa y, antes de que llegara la ansiada primavera, se reunían en Basilea para conseguir vender sus creaciones con la gente local y la que estaba de paso. Con ello obtenían un beneficio monetario y adquirían insumos para arrancar sus producciones agrícolas.
A través de los años este evento fue evolucionando y, así mismo, creció la industria relojera y de joyería. Fue en el año de 1931, cuando se realizó un pabellón exclusivamente de relojería local, la cual fue nombrada «Swiss Watch Fair«.
A pesar de la fractura que tuvo la región europea en la Segunda Guerra Mundial, la feria mostró su frente en lo más alto para consolidarse en lo que es actualmente. En 1972 el evento rompió fronteras e invitó a expositores de países europeos como Italia, Alemania, Gran Bretaña y Francia, convirtiéndose así en la feria de relojería y joyería más importante de ese continente.
En el año de 1983 las personas encargadas de la organización de este magno evento decidieron cambiarle el nombre a «BASEL 83«, como un homenaje a la ciudad de Basilea. Tres años más tarde, en 1986, la feria abrió sus puertas a expositores no europeos para que fluyera con más facilidad el trabajo de colaboración y distribución en todo el mundo.
En el año de 1995 se le denominó «Basel 95 The World Watch, Clock and Jewerly Show«. En el 2003 se le bautizó como «Baselworld, The World Watch and Jewerly Show”. Diez años más tarde se construyó el recinto que actualmente alberga la magna exhibición. El diseño del espacio lo llevó a cabo «Herzog & de Meuron», arquitectos que se encargaron de creaciones como el «Allianz Arena» en Alemania y «Estadio Nacional de Pekín» en China.
Más que una feria, Baselworld es una tradición cuya importancia es avalada por 200 años de pasión relojera.
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